miércoles, 19 de agosto de 2015

E n e m i g o II

Estaba asustada y temerosa porque se encontraba en una situación difícil, el flequillo se pegaba a su frente por el sudor y ahogaba en silencio un grito pidiendo ayuda, escondida tras la cortina de un cuarto de hotel estaba Eva nuevamente, era la cuarta vez, ese hombre le quería hacer daño. Tienes que cumplir con lo que te he pedido es todo. Decía aquel individuo con voz apacible pero con mirada llena de odio. Eva lloraba en silencio, los sollozos eran cada vez más prolongados. ¡Qué demonios está pasando aquí! Grito la dueña del hotel. Vaya métase en sus asuntos señora, le dijo aquel hombre, Miguel se llamaba. ¿En mis asuntos? Este hotel es mi asunto, ¿dónde está Eva? No lo sé, respondió Miguel, la señora de edad adulta, Mariam, De caderas prominentes, largos cabellos ondulados y mirada intensa, empezó a buscar a Eva por todos los rincones del cuarto, ahí la vio, detrás de la cortina que daba al balcón lleno de moho y flores muertas. Eva estaba tiritando de pavor y casi pegaba un grito cuando su dueña –era su dueña es lo que sé por ahora- la encontró.

No está aquí, vaya a hacer escándalo en otro parte. Dijo Mariam.
¡Esto no quedará así! Espetó Miguel, cogió su portafolio, se puso el saco y la corbata y salió dejando atrás la puerta de un solo golpe.

Eva salió acobardada de entre las cortinas, ¿Qué demonios te está pasando Eva? Preguntó Mariam. Eva no contestó. Mariam le da un vaso de agua y abriga a Eva con una sábana que cubría aún la cama ordenada elegantemente. Sabes que si sigues así, perderás tu empleo. Lo sé, lo siento no sé qué me está pasando, no quiero seguir con esto.
Mariam le dio veinte dólares para que Eva se marchara. Y se fue.


Eva llorando aún abrigada en el filo de la cama, tomó su maleta de estudiante, enjugó sus lágrimas, se lavó el rostro y salió de la habitación suave y delicadamente tal como ella llegó. 

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