jueves, 21 de mayo de 2015

7.- Un libro escrito por una mujer. Mrs. Dalloway – Virginia Woolf

Mi séptimo libro del Reto Libro 2015 es Mrs. Dalloway de Virginia Wolf.
Es la segunda leída, aunque no la considero por completo “la segunda leída” ya que la primera vez que lo leí lo dejé casi al final por otro libro de la misma autora y ahora lo volví a leer.

La novela tiene dos ejes: Clarissa es  el eje principal. Una mujer de edad, vivaz, risueña y preocupada; piensa, transforma, especula, obliga y sobre todo entrega un sitio para que los otros protagonistas se relacionen entre sí.
Clarissa la luz que alumbra y quema, pero al mismo tiempo es importante señalar que se mantiene a distancia de los otros personajes, porque no es capaz de estrechar lazos, afectivamente está siempre a la defensiva, protegiéndose.
Comienza con que está organizando una fiesta: hoy planifica la fiesta, ayer los estaba localizando para reunirlos en la casa de campo. Ella los fascina, los ilusiona, los protege, y estimula en ellos admiración, sorpresa, amor, deseo, envidia, celos, y halagos.
Siempre protegiéndose, como se protegió cuando eligió marido: se casa con quien le ofrece quietud y seguridad, contradiciendo la pasión.
¿Por qué esa necesidad imperiosa de quietud y seguridad?
En la juventud, Clarissa sintió una atracción por su amiga Rally y tuvo miedo de ser homosexual. Peter también le gustaba, pero estimulaba en ella sentimientos que la desequilibraban: la ponía de mal humor, la hacía odiarse a si mismo, la llenaba de cólera. Clarissa tuvo miedo de dar rienda suelta al mundo de los deseos, como si se sintiera incapaz de integrarlos en su vida. Tuvo miedo de lo que sospechaba que crecía dentro de ella. Y consciente del peligro, eligió a Richard, quien le daba paz.
Septimus, que es el otro eje y que personifica la muerte, no conoce la seguridad, ni la quietud. La demencia nubla su razón y lo hace infeliz. Lo separa de la realidad, lo divide del mundo.
Clarissa  y Septimus, desisten de su sexualidad, los trastorna demasiado, ellos viven la sexualidad como una carga y obligación, más no como placer. También se les dificulta la maternidad y paternidad respectivamente.
Citas:
  • Si muriera ahora sería sumamente feliz.
  • A través del sufrimiento se alcanza el conocimiento.
  • Uno no puede traer hijos a un mundo como este; uno no se puede plantear perpetuar el sufrimiento., ni aumentar la raza de estos lujuriosos animales que no poseen emociones duraderas, sino sólo caprichos y banalidades que ahora te llevan hacia un lado y mañana hacia otro.
  • Porque es una lástima muy grande no decir nunca lo que uno siente..

sábado, 16 de mayo de 2015

E n e m i g o

Eva estaba semidesnuda en una carretera oscura iluminada con los rayos de luna, abrió los ojos y su mirada estaba vacía y a la vez llena de terror, su cuerpo estaba rígido y mojado, trata de incorporarse y no puede. Cierra los ojos dos minutos y se llena de valentía para mover su cuerpo, se pone a gatas sosteniéndose con las rodillas y sus manos apoyadas en el suelo. Se ve mojada, manchas de barro. Trata de ponerse de pie pero su cuerpo no le responde, lo sé porque la estoy viendo. Se para, baja su pequeño vestido con un movimiento apresurado y mirada incómoda, voltea no hay nadie, mira al suelo y se da cuenta de la silueta de ella dibujada con una tiza.
Un escalofrío recorre su cuerpo, a tientas y con tropezones logra salir de ese círculo amenazador, empieza  a caminar y yo voy tras de ella, logro esconderme para que no me vea, camino como sombra sin hacer crujir las botas en el suelo, se voltea ¿Quién anda ahí? Pregunta con voz serena y algo atemorizada, sigue su marcha y esta vez mas rápido, la sigo al mismo ritmo, se voltea nuevamente, me escondo muy bien entre los pocos árboles que quedan, camina tres metros más, la escucho sollozar, cae sobre sus rodillas dice mi nombre. Dice mi nombre maldita sea, lo repite tres veces… no lo puedes decir, no lo debes recordar, me levanto de donde estoy camino furioso hasta donde se encuentra ella, la tomo con fuerza del brazo izquierdo y ella me mira dulcemente  — viniste a buscarme–  me dice, trato de no demostrar mis intenciones, solo sonrío y la abrazo, me abraza fuertemente que olvido quien soy, lo que soy. Me apeno. La sigo abrazando. Ignoro todo.
Caminamos juntos ella recostada en mi hombro sosteniéndose y sollozando aún más. ¿Qué hago aquí? Me pregunta, no le respondo y me mira con una sonrisa llena de agradecimiento.
¿A dónde vamos? A algún lugar donde estemos mejor le respondo, se agarra fuertemente de mi brazo y seguimos caminando…