sábado, 16 de mayo de 2015

E n e m i g o

Eva estaba semidesnuda en una carretera oscura iluminada con los rayos de luna, abrió los ojos y su mirada estaba vacía y a la vez llena de terror, su cuerpo estaba rígido y mojado, trata de incorporarse y no puede. Cierra los ojos dos minutos y se llena de valentía para mover su cuerpo, se pone a gatas sosteniéndose con las rodillas y sus manos apoyadas en el suelo. Se ve mojada, manchas de barro. Trata de ponerse de pie pero su cuerpo no le responde, lo sé porque la estoy viendo. Se para, baja su pequeño vestido con un movimiento apresurado y mirada incómoda, voltea no hay nadie, mira al suelo y se da cuenta de la silueta de ella dibujada con una tiza.
Un escalofrío recorre su cuerpo, a tientas y con tropezones logra salir de ese círculo amenazador, empieza  a caminar y yo voy tras de ella, logro esconderme para que no me vea, camino como sombra sin hacer crujir las botas en el suelo, se voltea ¿Quién anda ahí? Pregunta con voz serena y algo atemorizada, sigue su marcha y esta vez mas rápido, la sigo al mismo ritmo, se voltea nuevamente, me escondo muy bien entre los pocos árboles que quedan, camina tres metros más, la escucho sollozar, cae sobre sus rodillas dice mi nombre. Dice mi nombre maldita sea, lo repite tres veces… no lo puedes decir, no lo debes recordar, me levanto de donde estoy camino furioso hasta donde se encuentra ella, la tomo con fuerza del brazo izquierdo y ella me mira dulcemente  — viniste a buscarme–  me dice, trato de no demostrar mis intenciones, solo sonrío y la abrazo, me abraza fuertemente que olvido quien soy, lo que soy. Me apeno. La sigo abrazando. Ignoro todo.
Caminamos juntos ella recostada en mi hombro sosteniéndose y sollozando aún más. ¿Qué hago aquí? Me pregunta, no le respondo y me mira con una sonrisa llena de agradecimiento.
¿A dónde vamos? A algún lugar donde estemos mejor le respondo, se agarra fuertemente de mi brazo y seguimos caminando…

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