"A veces siento que el abismo al que no caigo pero que estoy a punto de caer, se cierra y se abre de manera intermitente, tanto que cuando estoy arriba en la cima, siento que caigo de picada y ese vértigo temible, terrible, agonizante que se siente como cosquilleo en la boca del estómago o en algún lugar que no se puede describir, empieza a penetrar en lo más profundo de esa parte del cerebro a la que yo llamo "la realidad oculta", es ah í en donde me sumerjo todas las noches (a veces los días), cuando siento que estoy intermitentemente desgastándome en este mundo, como un parásito de esos que no se dejan aplastar pero siguen siendo parásitos. La realidad oculta es aquella que nunca nos quiere dejar ver lo que somos en realidad, es ese agujero negro que traga sin vomitar y que se ríe de nosotros cuando dejemos entrever lo más intimo de lo que podría ser nuestra vida, esa vida que a veces amas, que a veces odias y que a veces sientes que no debería ser tuya, la realidad oculta es eso, lo que está ahí pero no la ves, lo que está ahí pero ni siquiera te atreves a golpear para entrar porque sabes que te tocarás con algo inconcebible, algo inaudito, algo que lo quieres ahí pero ruegas porque no esté, ese algo eres tú".
"...Y si leo, si compro libros y los devoro, no es por un placer intelectual —yo no tengo placeres, sólo tengo hambre y sed— ni por un deseo de conocimientos sino por una astucia inconsciente que recién ahora descubro: coleccionar palabras, prenderlas en mí como si ellas fueran harapos y yo un clavo, dejarlas en mi inconsciente, como quien no quiere la cosa, y despertar, en la mañana espantosa, para encontrar a mi lado un poema ya hecho."
jueves, 5 de febrero de 2015
Una realidad oculta
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